Todo lo que deberías saber a la hora de elegir entre vitrocerámica o inducción

2022-09-10 12:06:12 By : Ms. Elaine Zhou

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Huevos cocinándose sobre una placa de vitrocerámica 

Pese a que la vitrocerámica ha reinado en muchos hogares durante años, en los últimos tiempos las placas de inducción han llegado para quedarse, aunque su precio es sensiblemente superior. Así, “mientras una vitrocerámica de gama media puede rondar los 150 o 200 €, la inducción está sobre los 300 €”, explica Gonzalo Barcia, asesor comercial de la tienda de electrodomésticos Electromanchón, en Sevilla, que también ofrece venta online. 

El experto tiene claro que, si se puede, merece la pena asumir esta diferencia de precio, ya que las ventajas de la inducción sobre la vitrocerámica son considerables. “Sin embargo, todavía hay quien sigue apostando por la vitrocerámica porque la inducción puede requerir cambiar por completo las baterías de cocina, porque solo permite usar recipientes ferromagnéticos, lo que supone un coste adicional”, explica Barcia.

Las ollas y sartenes requeridas para cocinar con inducción deben ser ferromagnéticas 

A pesar de que su apariencia es similar, la vitrocerámica y la inducción funcionan de forma muy diferente, de modo que sus resultados también son distintos. “La vitrocerámica es radiante, lo que significa que funciona mediante una resistencia que calienta el cristal, de manera que cualquier cosa que se coloque encima de este cristal se calienta. Por su parte, la inducción funciona mediante unos inductores que, como su propio nombre indica, inducen calor al recipiente. Por tanto, la inducción solo calienta lo que toca, no el cristal al completo”, explica, a grandes rasgos, Barcia. 

Este funcionamiento se traduce también en algunas diferencias en el momento de uso que, según el experto, decantarían la balanza a favor de la inducción si se dispone de presupuesto. Estas son algunas de ellas:

Como decíamos, la vitrocerámica es alrededor del 40% más económica que la inducción, a lo que hay que añadir un posible cambio en la batería de cocina que encarecería todavía más el conjunto. Pese a todo, la inducción sigue siendo, según Barcia, “la opción preferida por los consumidores, que cada vez optan más por este tipo de cocina”.

La inducción es mucho más rápida que la vitrocerámica, cosa que permite ahorrar tiempo y, en muchos casos, influye directamente en la calidad de vida. De hecho, muchas personas que cambian vitrocerámica por inducción se sorprenden de la rapidez con la que se calientan ollas y sartenes. Esto hace, además, que utilizar inducción suponga un ahorro considerable de energía, ya que se cocina mucho más rápido y se nota el ahorro desde el primer mes. 

Según datos del Departamento de Energía de Estados Unidos, la eficiencia en la transmisión de energía en una cocina de inducción es del 84% frente al 74% de las vitrocerámicas convencionales. Por tanto, en función del uso que se dé a la inducción y de las personas que haya en el hogar, esta no solo permite ahorrar mucho tiempo, sino que también el ahorro en el coste de la energía puede acabar compensando en poco tiempo el precio de más que se ha pagado en comparación con la vitrocerámica.

“Dado que en el caso de la inducción no se calienta el cristal, sino directamente el recipiente, la limpieza es mucho más eficaz”, explica Barcia. Por tanto, no se requerirán rasquetas, ya que la suciedad no se quedará en ningún caso incrustada en el cristal.

Las placas vitrocerámicas se ensucian más que las de inducción 

Otra consecuencia de que la inducción caliente exclusivamente el recipiente con que se cocina y no el cristal al completo es que hace que sea más segura, de manera que se reduce el riesgo de quemaduras. “En los hogares en los que son personas mayores quienes cocinan es recomendable optar por la inducción, tanto a la hora de evitar quemaduras como de posibles olvidos, ya que la inducción se apaga sola cuando se retira el recipiente en que se cocina, de manera que no pasa nada si alguien se olvida de apagarla. Esto no ocurre en el caso de la vitrocerámica”, explica.

Mientras que la vitrocerámica permite cualquier tipo de ollas y sartenes, el menaje para inducción debe ser específico, ya que requiere que la base sea completamente ferromagnética. En este sentido, los materiales más utilizados son acero inoxidable, acero esmaltado y hierro fundido. 

Si los recipientes que utilizamos no son ferromagnéticos puede ocurrir que la placa los detecte, pero las recetas no queden bien o, en el peor de los casos, que la placa no detecte el recipiente y que, por tanto, no se encienda.

Las placas de inducción son las más innovadoras del mercado, ya que muchos modelos incluyen funciones avanzadas como la programación Power Boost, para hervir agua rápidamente, o la llamada Función Move, que incorpora una zona flexible con diferentes temperaturas, que permitirá cocinar algunas recetas con mayor precisión. 

Aunque para uso doméstico lo habitual son cuatro fogones, existen numerosas combinaciones en función de las necesidades específicas de cada hogar. Se pueden adquirir placas de inducción con una zona extra grande con triple inductor, que ofrece un plus de comodidad para cocinar desde un gran recipiente a varios pequeños a la vez, por ejemplo.

Hay muchas personas que prefieren la cocina de gas, para ello existen cocinas híbridas que combinan el fuego con la inducción 

En este sentido, Barcia recuerda que existen modelos híbridos que permiten, por ejemplo, combinar gas e inducción, una opción ganadora para muchos cocinillas. “A quienes les gusta cocinar les gusta la cocina de gas, aunque suele ser más complicada de limpiar, de manera que, aunque no es la opción más extendida, hay quien opta por instalar una inducción o vitrocerámica con un fogón de gas incorporado”, señala el especialista.

Una opción interesante si se desea combinar diferentes tipos de estructura son las llamadas placas dominó, para diseñar una cocina prácticamente a medida, aunque son más caras que el resto. Estas permiten combinar una placa de gas con otra de vitrocerámica y una de inducción, e incluso instalar, si lo deseamos, una placa teppanyaki típica de Japón, entre otras prestaciones. 

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